Y así como “La noche entra con todos sus árboles”, el poeta entra en la luz de su destreza inmortal. La celebración viene dada por cada poema escrito, por cada ensayo, por cada descubrimiento, por cada volcán bajo los ojos, por cada viaje añadido a libros y palabras recibidas por oídos ajenos. La fiesta de Octavio Paz, alejada de cualquier rumbo calculador, forma parte de un legado que tiene en México un momento, pero que se hizo americano todo y luego español, y después universal. De allí su “viento entero”, su periplo por la multiplicación de un idioma que se hizo muchos en la boca de dos continentes, en los labios de quienes lo pronuncian.
He aquí aquella bruma:
Árbol interior, Octavio Paz, árbol gramático, azteca y pirámide, poeta del cuerpo, Nobel desde hoy y para siempre por los vientos helados de Estocolmo.
La noticia se regó por todo el mundo y el Drake, hotel de arribo de Paz a Nueva York, gozó de cámaras, flashes y preguntas a un empijamado escritor que pidió, una a una, credenciales de sorpresa.
Atrás quedaban Mistral, Neruda, Asturias, García Márquez (más reciente Vargas Llosa), para desplazar los últimos desplantes del gallego Camilo José Cela en aquella España (la bella, la tozuda, la altanera y la perversa) del “Exercito Guerrilleiro do Povo Galego Ceibe”.
Se derrumban / por un instante inmenso y vislumbramos / nuestra unidad perdida, el desamparo / que es ser hombres, la gloria que es ser hombres / y compartir el pan, el sol, la muerte, / el olvidado asombro de estar vivos.Erotismo y poesía, vértigo, mareo, diapasón, centella sobre el lomo de un caballo, América sin mayúsculas para ir construyéndola.
En esa epifanía, Octavio Paz encuentra los signos del árbol cuyas raíces sanguíneas continúan el curso de los ríos gramaticales, los meandros de una poesía que a cada momento es asombro y “experiencia”.
Vuelta de hoja, un Levi Strauss para el hombre, y aquella preparación de 1921 en la voz de López Velarde: El retorno maléfico.
Vuelta de tuerca, “piel sonido del tiempo” en una América perdida en sus distintos mapas e invocaciones. Se inicia el comienzo y nos vemos en los hallazgos del poeta detrás de las piras toltecas.
Hoy, a cien años, que será siempre, tenemos a Octavio Paz con y en los giros de sus palabras hechas ríos con otros que pudieran ser Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti y los que fabrican el silencio y llevan en los ojos la herencia de un “mono gramático” en la sangre y en el tiempo.
Viento entero el de Octavio Paz, “La Poesía”: “Llegas silenciosa, secreta, / y despiertas los furores, los goces, / y esa angustia / que enciende lo que toca / y engendra en cada cosa / una avidez sombría”.salientes. El autor plasma con detalle las costumbres, las festividades religiosas y los pensamientos de toda una población logrando así adentrarnos a la vida cotidiana del lugar. Junto a "Los de abajo" y "Pedro Páramo," esta obra es considerada una de las joyas literarias del México posrevolucionario.
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